La narración se sitúa en el banque
te
organizado por el poeta trágico Agatón para celebrar su victoria en las
fiestas Leneas del 416 a. C. Tras la comida Erixímaco propone pasar el
tiempo en mutuos discursos en alabanza del Amor, de Eros, y debatir un
tema que Fedro ha tenido en mente. Erixímaco pide que cada uno de los
invitados improvise un elogio a Eros pues, según comentarios de Fedro,
siendo éste dios uno de los más importantes, rara vez es encomiado como
mereciera. El primero en realizar el discurso es Fedro, y dice lo
siguiente: -Eros es el dios más anciano. Es el que hace más bien a los
hombres, porque no hay mayor ventaja para un joven que tener un amante
virtuoso, ni para un amante, que el amar un objeto virtuoso. Inspira al
hombre la vergüenza del mal y la emulación del bien. Inspira valor, ya
que “sólo los amantes saben morir el uno por el otro”. En el alma del
que ama hay divinidad. De todos los dioses, Eros es el más capaz de
hacer feliz al hombre. El segundo en hablar es Pausanias, y lo hace de
la siguiente manera: -Hay dos Afroditas, y por lo tanto dos Eros. La
Afrodita popular y la Afrodita Urania. El amor que acompaña a la primera
es el del cuerpo y, por tanto, no dura. El amor que acompaña a la
segunda es el del alma y, por tanto, es duradero. El amor es bello si es
honesto. Es bello cuando la causa es la virtud, éste es el amor de la
Afrodita Urania. Todos los demás pertenecen a la Afrodita popular. Luego
habla Erixímaco, y dice lo siguiente: -El amor reside en todos los
seres. Es preciso complacer a los hombres moderados y a los que están en
camino de serlo, y fomentar su amor, el amor legítimo y celeste, el de
la musa Urania. Pero respecto al amor vulgar, no se le debe favorecer
sino con gran reserva y de modo que el placer que procure no pueda
conducir al desorden. Cuando el amor se consagra al bien y se ajusta a
la templanza y a la justicia, nos procura una felicidad perfecta. Sigue
entonces el discurso de Aristófanes, al que se debe sin duda gran parte
de la fama de la que goza el Banquete. Dice: -Eros es el dios más
beneficioso. Es el protector y médico de los hombres, cura los males que
impiden la felicidad. En un principio la naturaleza humana era
distinta, Introduce un mito según el cual hubo un tiempo en que la
tierra estaba habitada por personas esféricas con dos caras, cuatro
piernas y cuatro brazos. Tres sexos existían entonces: el masculino,
descendiente del sol; el femenino, descendiente de la tierra y el
andrógino, descendiente de la luna, que participaba en ambos. Como eran
tan poderosos querían escalar al cielo a luchar contra los dioses, y por
ello, Zeus los dividió en dos mitades, convirtiéndolos en seres
incompletos y condenándolos a anhelar siempre la unión con su mitad
perdida. A partir de ahí, hacían esfuerzos por encontrar a su otra
mitad, y cuando se encontraban no querían separarse la una de la otra.
Los hombres que provienen de andróginos aman a las mujeres, y las
mujeres a los hombres. Las mujeres que provienen de las mujeres
primitivas, aman a las mujeres. Y los hombres que provienen de los
hombres primitivos aman a los hombres. El amor es el deseo de encontrar
esa mitad que nos falta. Ahora habla Agatón: -Eros es el más bello y
mejor de los dioses. Es el más joven y siempre es joven. Es delicado.
Fija su morada en los corazones y en las almas. Es sutil. Es justo y
templado. Es un poeta tan entendido que convierte en poeta al que
quiere. El último en hablar es Sócrates, que comienza con un irónico
exordio en el que advierte de que no elogiará a Eros faltando a la
verdad sobre él sino que contará lo que sabe del amor sin callar lo que
no sea hermoso. Sócrates explica que fue instruido en asuntos amorosos
por Diotima, una sabia mujer de Mantinea cuya veracidad histórica no ha
sido aclarada. Dice: -Uno desea lo que no tiene. El amor es el amor de
la belleza, luego el amor no puede ser bello. Y como lo bello es bueno,
tampoco puede ser bueno. Como todos los dioses son bellos y buenos, Eros
no puede ser un dios, pero tampoco es humano. Es un demonio. Los
demonios son intérpretes y medianeros entre los dioses y los hombres, la
adivinación procede de los demonios. Por una parte no es bello ni
delicado, pero por otra parte está siempre a la pista de lo que es
bello, varonil, atrevido, etc. Como la sabiduría es bella, ama la
sabiduría, por tanto es filósofo. El amor consiste en querer poseer
siempre lo bueno. El objeto del amor es la producción y generación de la
belleza. Y también la inmortalidad es su objeto. El que quiere aspirar a
este objeto desde joven, debe amar a los cuerpos bellos, pero debe amar
a todos los cuerpos bellos, y además, debe considerar al belleza del
alma como más importante que la belleza del cuerpo. El diálogo se cierra
con la bulliciosa entrada de un ebrio Alcibíades en la celebración y
habla sobre Sócrates, diciendo que es un sátiro burlón y descarado. Que
se burla de todos haciéndose el ignorante. Que dice no saber nada pero
que en él hay muchos tesoros. Elogia entonces la figura de Sócrates,
alabando su templanza y su apego a la verdad, a cuya búsqueda vive
consagrado. De esta forma se muestra al lector cómo el propio Sócrates
es la encarnación perfecta de los preceptos que él mismo expuso en su
discurso. Como ejemplo, Alcibíades narra cómo, a pesar de que entonces
toda Atenas reconocía su belleza física, Sócrates rehusó el trato sexual
con él.
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